Javier Gomá, escritor brillante e irónico, se ha zambullido en el teatro de la mano de Ernesto Caballero y Fernando Cayo; dos garantías ciertas. Gomá es un ser contradictorio, ¿quién no lo és? Inconsolable, por ejemplo. La contradicción, sin embargo, puede ser un elemento escénico de primer orden. A mí las contradicciones de Javier Gomá, como hombre, si las tuviere, no me interesan ni me preocupan. Hago honor con ello a su teoría medular sobre la literatura y el teatro que expresa en este texto; no deben ser ocasión de autocompasión para el escritor ni de piedad para el lector; el escritor no puede aburrir al personal con las propias penas. Es un impudor. Continuar leyendo